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viernes, 23 de agosto de 2019

DESARROLLA TU MUNDO INTERIOR

La verdadera felicidad consiste en encontrar satisfacción dentro de uno mismo.
Todas las posesiones del mundo no bastan para darle a nadie la felicidad que algunas personas, que prácticamente no poseen nada, experimentan en su interior.
La mayoría de las personas no ha dedicado tiempo a desarrollar su mundo interior, su verdadero yo, por eso el mundo exterior sólo les proporciona placeres ocasionales y esporádicos.
Trabajar tu vida interior hará que tu vida social sea más fácil, porque no dependerás tanto de los demás, además te proporcionará fuerza y confianza.  

Cambiar para ser más nosotros mismos 

No podemos quedarnos estancados si sabemos que un cambio nos permitiría ser más coherentes, más eficaces y más felices

Bien como respuesta a circunstancias externas, bien por reflexiones vinculadas a nuestra evolución personal, en ocasiones nos planteamos la necesidad de tomar decisiones que suponen cambios drásticos en nuestra manera de pensar o actuar. Somos animales de costumbres y tendemos a responder del mismo modo ante estímulos similares, pero a la vez tenemos capacidad para reaccionar de modo distinto al habitual, ya sea porque el entorno nos exige en ese momento respuestas distintas (más adecuadas a la situación o más conformes a nuestra manera de ver las cosas) ya porque queremos mejorar como personas y ser más felices.

Los cambios surgen normalmente cuando sobrevienen circunstancias distintas de las habituales, porque son las que con mayor probabilidad pueden conducirnos a la necesidad de plantearnos una modificación de nuestro patrón de conducta. Una conversación sincera y dolorosa con un amigo de toda la vida, la ruptura de una larga relación de pareja, el nacimiento de un hijo, un proceso introspectivo que nos confirma la necesidad de cambiar, el traslado a otro país o ciudad, la muerte inesperada de un ser querido, la visita al psicólogo, los hijos que se van de casa, la primera experiencia laboral, una enfermedad, la jubilación... son muchos los factores que favorecen que pongamos en cuestión algunas de nuestras convicciones o costumbres.



La necesidad del cambio

Para crecer como personas, para madurar, para mantener un equilibrio emocional que nos permita responder a las exigencias del entorno, hemos de cambiar permanentemente. No podemos quedarnos estancados ni sentenciar "soy así, qué le vamos a hacer", si sabemos o intuimos que un cambio nos permitiría ser más coherentes, más eficaces y más felices.

Nuestra historia personal demuestra que como entes pensantes y sensibles que somos, cambiamos y evolucionamos cada día. Y esa es una de las emociones que nos depara la vida: comprobar cómo nos vamos adaptando, cómo vamos interactuando con el entorno. Cada nueva situación exige una respuesta específica que extraemos de nuestro interior tras remover, intuitiva o premeditadamente, nuestra experiencia y nuestra manera de pensar tras recibir la influencia de quienes nos quieren y nos rodean.

La mejor manera de reforzar nuestra identidad, de crear una personalidad dinámica y fuerte es permanecer abiertos a las señales del exterior y de nuestro interior, respondiendo en cada momento del modo más adecuado.

Se trata de tomar el timón de nuestro barco, de pilotarlo hacia donde queremos y podemos, y no hacia donde nos lleva la corriente o un mapa obsoleto que no incluye la información necesaria para una navegación óptima.

Pero hemos de distinguir bien lo que queremos cambiar. Con las tendencias profundas de la personalidad, con los sistemas de valores muy interiorizados, con los hábitos muy arraigados, hemos de mostrar un especial cuidado, porque modificarlos puede sumirnos en una crisis de identidad nada deseable. Para evitar este error está la reflexión.  



Por dónde empezar

Muchos de nosotros ya tenemos identificados los hábitos y actitudes más claramente mejorables, en la medida que nos causan problemas de convivencia, no nos resultan útiles, no nos satisfacen o son incoherentes con nuestra manera de pensar y de ver la vida. Comencemos por "trabajar" este ámbito de mejora, porque es el que más satisfacción nos va a deparar. No es fácil, porque son muchas y muy variadas las razones que nos han llevado a ser como somos. En esta reflexión, no debe importar la edad, nunca es tarde si el cambio nos permite interactuar mejor con el entorno o hacer las cosas tal y como creemos que debemos hacerlas. Si, por temor a lo desconocido o a equivocarnos, demoramos una decisión que sabemos acertada y necesaria nos estamos negando la posibilidad de madurar, nos estamos haciendo daño, al frenar una evolución del todo conveniente. Aplicar la receta de siempre ante exigencias nuevas o repetir errores del pasado ante situaciones ya conocidas, resulta en principio lo más cómodo y sencillo, pero nos conduce inexorablemente al estancamiento, y nos aparta del dinamismo inherente al hecho de vivir en un contexto que cambia.

También puede ocurrir que el freno al cambio no provenga de nuestros hábitos, miedos o incertidumbres, sino del exterior: la pareja, los hijos, los amigos, el trabajo, las convenciones sociales. No todos evolucionamos al mismo ritmo, pero cada uno debe intentar preservar las cadencias de su propia evolución, y adoptar las decisiones que considere esenciales para su progreso como ser humano. 



Los primeros pasos

Replantearnos, analizar cómo somos, pensamos y actuamos, es un ejercicio positivo y saludable siempre que lo hagamos con un objetivo de mejora y de adaptación al medio. Hay ocasiones en que tenemos claro lo que deberíamos hacer, pero nos encontramos con que una creencia muy arraigada nos impide adoptar la decisión. ¿Qué hacer en ese caso? Comencemos por reflexionar, por ver hasta qué punto es nuestra esa creencia y nos identifica esencialmente como personas. Muchos de estos prejuicios son adquiridos y no reflejan nuestro real sistema de valores. En ese caso, desprendámonos del lastre, y configuremos un sistema propio, coherente con nuestras convicciones profundas, que nos permita ser más felices y equilibrados.

Las personas que han conseguido realizar grandes y satisfactorios cambios en su vida, lo han hecho a costa de romper hábitos y creencias (suyas o ajenas) que les impedían evolucionar en la dirección deseada. Es frecuente que la idea motora del cambio sea una obsesión o una convicción profunda que permanecía aletargada esperando el momento para emerger. Pero no siempre es así. La creatividad de la psique humana es insondable, y una persona pensando y reflexionando puede llegar muy lejos si se lo propone. 


  La gente que no tiene una vida interior rica es esclava de sus posesiones y de su entorno...


Cambiar es propio de personas inteligentes

·     Nuestra vida y nuestra personalidad las vamos construyendo cada día, y un asunto tan esencial no podemos dejarlo en manos del azar ni de la voluntad de otras personas. ·         

·        Reflexionemos sobre lo que no "nos llena" de cómo somos. Escribamos una lista de cosas a mejorar, comenzando por las importantes.·         

·        Permanezcamos atentos a lo que nos pasa. Cada situación requiere una respuesta específica; cada deseo y cada sueño, también. ·         

·        Analicemos las situaciones nuevas y estudiemos las ventajas e inconvenientes de las decisiones que podemos adoptar ante ellas. ·         

·        Una vez meditada suficientemente la decisión, si decidimos cambiar, hagámoslo. ·         

·        Escuchemos a quienes se oponen, pero decidamos en libertad. ·         

·        El miedo al cambio siempre acecha: prestemos atención a los pensamientos constructivos y positivos, no a los negativos ·         

·        Si estamos convencidos de la necesidad del cambio y no nos vemos capaces de hacerlo solos, solicitemos ayuda a profesionales en psicología.·         

·        Seamos conscientes de que un cambio de rutinas o de manera de pensar supone un esfuerzo y entraña algún riesgo emocional.

¡Qué estés bien!!!

miércoles, 17 de julio de 2019

INDEFENSIÓN Y MALTRATO

Las conductas de indefensión son habituales en las víctimas que sufren maltrato. En ocasiones, se llega a un límite donde asumir que uno no tiene control sobre nada y que hagamos lo que hagamos, no cambiará esa realidad tan adversa.

La experiencia de la indefensión aprendida en las víctimas que sufren malos tratos es un fenómeno común. Ello explica por ejemplo, por qué en estas dinámicas relacionales tan dañinas, la persona sea incapaz de reaccionar ante una conducta que atenta contra su integridad física y emocional. Son sin duda situaciones muy complejas que debemos saber comprender.
Ser sensibles a este tipo de realidades es sin duda un elemento fundamental. De algún modo, algo que se preguntan muchas personas que no conocen de cerca el delicado universo del maltrato en la pareja, es por qué quien es víctima de cualquier tipo de abuso, no es capaz de emitir cualquier tipo de respuesta que ponga fin a esa situación. La indefensión aprendida es en gran parte de los casos la principal respuesta.
Por llamativo que nos parezca, es muy fácil caer en este tipo de espirales de dolor y vulneración absoluta. Lo es porque a pesar del daño evidente, existe el amor. Un amor mal entendido, nocivo y tóxico, es cierto, pero amor al fin y al cabo. Aparece a su vez, un vínculo basado en la dependencia, también en el miedo y en esa incapacidad a la hora de ver de manera clara objetiva lo que está sucediendo.
Debemos entender que estar expuestos de manera continuada a situaciones estresantes, acaba también afectando a la estabilidad psíquica y emocional. El cerebro a menudo desconecta, se habitúa y asume que ha perdido el control de todo lo que le envuelve. Profundicemos por tanto en este tipo de circunstancias.
Una de las principales causas por las que una víctima de maltrato no llega a reaccionar ante estas situaciones, se explica por el fenómeno de la indefensión  aprendida 
La indefensión aprendida en psicología, da forma a ese estado mental por el que una persona empieza a tolerar situaciones aversivas e incluso dolorosas sin reaccionar. Son circunstancias nocivas que repiten de manera constante y donde la víctima, asume que no importa ya lo que haga, no tiene el control sobre nada y la única opción que le queda es adaptarse sin emitir ningún tipo de respuesta.
Es como el niño que a lo largo de primaria ha suspendido siempre matemáticas. Al llegar a secundaria da por perdida esta asignatura al decirse a sí mismo que haga lo que haga siempre ocurrirá lo mismo. Es también el pensamiento que aplica quien transita por una depresión: ¿de qué sirve salir de casa o iniciar algún cambio si todo va a hacer que me sienta mal?
Ningún enfoque mental y comportamental puede ser tan dañino para el ser humano. Esta dimensión fue definida por Martin Seligman y su equipo en 1975, intentando explicar con ello, una parte de esa conducta psicosocial donde las personas se muestran rendidas ante determinadas circunstancias.
La indefensión aprendida y la violencia en la pareja
  • La exposición continua a la violencia consigue que la víctima, acabe modificando sus respuestas.
  • Al final, se asume que es mejor no hacer, no decir y no emitir respuesta alguna no solo para evitar el sufrimiento, sino también para no pensar siquiera en ello.
De este modo, podemos asumir que la indefensión aprendida actúa de tres maneras.
  • Indefensión motivacional: falta de respuesta para encontrar un modo de dejar atrás o defenderse de una situación negativa.
  • La indefensión cognitiva: los pensamientos de la víctima asumen que todo está fuera de su control.
  • Indefensión emocional: estado deprimido, con falta de motivación ante la creencia de que no se puede hacer nada ante esa circunstancia adversa.

El ciclo de la violencia y cómo se desarrolla la indefensión aprendida

La indefensión aprendida se va erigiendo poco a poco en el cerebro de la víctima. Es un proceso altamente doloroso donde finalmente, se integra este mecanismo de defensa casi a modo de salvaguarda para dejar de sufrir, para dejar de reaccionar ante un hecho donde se asume que lo mejor es rendirse. Sin embargo, debemos tenerlo claro, rendirnos es lo peor que puede suceder.
Por término medio, el ciclo de la violencia se basa en las siguientes dinámicas:
  • Aparecen los malos tratos físicos y/o psicológicos: agresión, celos, insultos, etc.
  • La víctima empieza a vivenciar el impacto de estos hechos de manera continuada. Se da cuenta de que si reacciona, corre el riesgo de sufrirlos nuevamente de manera más intensa.
  • El matratador o maltratadora, por término medio, puede mostrar después una conducta de arrepentimiento y la promesa de que no volverá a suceder. La otra persona lo cree y continúa con la relación.
  • Sin embargo, al poco vuelve a darse un episodio violento y la víctima asume entonces que no hay salida. Lo mejor es aceptar la situación y no reaccionar.

¿Cómo superar la indefensión aprendida?

La indefensión aprendida es una cárcel psicológica de la que podemos y debemos salir. Lo que se necesita en estos casos es todo el apoyo posible, tanto por parte de profesionales especializados como del entorno más cercano de la persona. La situación de desamparo emocional con la que llegan las víctimas de la violencia en la pareja, es a menudo inmensa.
En estas situaciones, la terapia psicológica es fundamental. Deberá hacerse frente al impacto de un trauma, teniendo que reconstruir en muchos casos la propia identidad, la autoestima y recuperar muchas de esas habilidades sociales básicas como la asertividad para hallar las propias fortalezas con las que seguir adelante. Asimismo, será imprescindible el apoyo legal para proteger a la víctima y separarla de su maltratador.

¡Qué estés bien!!!



viernes, 7 de junio de 2019

EL COMPROMISO DE EDUCAR


Un proyecto único...
Cada familia, como las personas que la componen, es diferente, única e irrepetible. Por tanto, no hay recetas válidas para todas. Cada grupo familiar enfrenta el reto de educar a partir de su propia situación, de sus condiciones de vida, de su historia y de su proyecto.

Las familias tienen costumbres y maneras de ser que han heredado y otras que han elegido conscientemente. Lo que al interior de nuestro grupo está prohibido o está permitido, debe ser adecuado a nuestra forma de vida, pero también a nuestros objetivos y aspiraciones como personas y como padres.
Son los padres quienes enseñan muchos de los elementos que conforman la cultura de cada sociedad, los cuales están presentes en el lenguaje, la forma de organizar la vida cotidiana, los modos de relacionarnos, los ritos con los que celebramos la vida y asumimos la muerte, las formas de trabajar y de producir, incluso las maneras de entender el mundo. Lo que consideramos bello, lo que nos parece útil, lo que creemos valioso. Las familias transmiten, conservan y transforman esta herencia.

De todas estas enseñanzas, quizá la más importante que ofrecemos a nuestros hijos es aquello que consideramos nuestro ideal de persona. Las actitudes, respuestas, conductas, modos de percibir, sentir y actuar que tenemos en alta estima, es decir, todo lo que nos hace mejores personas.

A diferencia de la escuela, los libros o los medios de difusión, que también tienen la función de educar, lo que se adquiere en familia tiene la característica de estar marcado por el afecto. El niño está pendiente de cualquier expresión de amor o rechazo de sus padres. Por eso lo que se aprende en la primera infancia deja una huella profunda. En algunos casos funda principios que nos serán útiles toda la vida, en otros siembra prejuicios o actitudes difíciles de superar.

La familia educa cuando lo planea conscientemente y también cuando no se lo propone. Los niños aprenden de lo que decimos pero, también, de lo que callamos. Y es que la educación más efectiva es la que se da con el ejemplo. Los niños aprenden más de lo que hacemos que de lo que decimos. Los educa observar cómo se tratan su papá y su mamá, qué tareas comparten y cuáles no, cómo plantean y resuelven sus desacuerdos, cómo se relacionan con sus propios padres y hermanos, con sus vecinos, con sus compañeros de trabajo. La forma en que muestran su afecto, expresan sus emociones, defienden sus derechos y asumen sus compromisos.

Educar a nuestros hijos nos compromete de manera integral. Si queremos ser buenos educadores, tenemos que aceptar la invitación que nos hacen nuestros hijos a ser coherentes con los valores que predicamos, a buscar la congruencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.

NUNCA ES TARDE

A veces me pregunto cómo sería el mundo si a todos nos criaran en hogares en los que los padres supieran cómo amarnos y apreciarnos, educándonos de la manera correcta.
Me pregunto cómo sería el mundo si tuviéramos toda una generación de niñas y niños criados por padres cariñosos y sensibles.
Personas con conciencia, confianza en sí mismas, suficientemente amables y concentradas en la mejor forma de ayudar a los demás, en lugar de burlarse de la debilidad, mantenerse amargadas o ignorar a los necesitados.
Muchos de nosotros no tuvimos una infancia así, pero lo bueno es que no es demasiado tarde para que ninguno de nosotros "volvamos a criarnos" a nosotros mismos con la ayuda adecuada.
Ahora podemos ser el adulto que no tuvimos a nuestro lado cuando crecíamos. Podemos amarnos, reconocernos y valorarnos.
No somos responsables de las experiencias negativas que hemos tenido de niños. Sin embargo, como adultos, sí somos responsables de decidir qué hacemos con ellas. 
Si has descubierto cosas sobre ti mismo que te gustaría cambiar, tienes una nueva oportunidad en tu condición de padre comprometido.

XXXXXXXXXXXXXX Ejercicio XXXXXXXXXXXXXX
1. Piensa en tu hijo. Obsérvalo, recrea en tu mente cómo se ha ido desarrollando desde que era un bebé. Intenta especificar cómo es hoy, con sus características físicas, temperamento. Analiza su forma de relacionarse con los demás. Reconoce sus cualidades y sus retos, lo que se le facilita y lo que le cuesta trabajo. Descríbelo sin compararlo con nadie. Ahora pregúntate ¿En qué nos parecemos? ¿En qué somos diferentes? ¿Qué heredó de mí? ¿Qué ha aprendido de mí? ¿Cómo se lo enseñé?
2. Sopesa tus metas personales, laborales, sociales y familiares. Asígnales el orden de importancia que tienen para ti. Revisa tus actividades de un día cualquiera (podría ser lo que hiciste ayer). Trata de relacionar cada actividad con tus prioridades. ¿Es proporcional el tiempo que le dedicas a cada actividad a la importancia que tiene para ti? ¿Qué lugar ocupa en tu vida la educación de tus hijos? Cuando estás con ellos, ¿qué comparten?, ¿qué actividades realizan juntos? Uno de los retos más complejos del ser humano, es equilibrar tiempo y prioridades. Si tenemos pocas horas para la convivencia familiar, tratemos de que la calidad de ese encuentro compense su brevedad.


Los padres en general desean ante todo la felicidad de sus hijos, pero si las circunstancias los llevan a la situación de eludir su responsabilidad y descansar en los hijos sus obligaciones, tarde o temprano lo que les parece difícil de enfrentar ahora, será algo cada vez más complejo, más serio y grave que sólo les reportará grandes sufrimientos.

 ¡Qué estés bien!!!

miércoles, 22 de mayo de 2019

METACOGNICIÓN


Aprender más y mejor en menos tiempo 

El aprendizaje nunca se acaba. Continuamente se presentan ante nosotros nuevos retos y habilidades que aprender. Todo el conocimiento está ahí fuera, esperando a que le desafiemos. Es el momento de aprender, pero tenemos la necesidad de hacerlo pronto y bien.
Es como una droga, cuanto más cosas sabemos, más queremos aprender. Conforme vamos adquiriendo experiencia, nuestros métodos de aprendizaje se van optimizando. Pero a veces no es suficiente con un buen método y necesitamos saltarnos algunas reglas, coger algunos atajos.
Vamos a conocer una serie de factores que pueden facilitarnos enormemente el proceso de aprendizaje.
1. Motivación
El aspecto que quizás más ha diferenciado a los grandes atletas, maestros del ajedrez y otras personas sobresalientes en diversos campos del resto de los mortales, es la motivación. Si a una gran motivación le unes muchas horas de dedicación, el resultado está asegurado.
La motivación es la llama que inicia la combustión. Es increíble lo rápido que aprendemos las cosas que realmente nos gustan y motivan.
Si queremos acelerar cualquier tipo de aprendizaje, deberíamos hacerlo en nuestro momento de máxima motivación, o buscar aquellas partes que realmente nos motivan.

2. Equilibrio emocional y memoria de trabajo
El equilibrio emocional constituye la base para conseguir cualquier cosa en la vida, pero para el aprendizaje es fundamental.
Cuando estamos bañados por las emociones, nuestro cerebro no tiene todos los recursos a su disposición. Si nos sentimos enfadados, ansiosos o nerviosos, estaremos gastando recursos muy valiosos que podrían dedicarse al aprendizaje.
Varios estudios han puesto de manifiesto cómo interfieren las emociones fuertes y pensamientos negativos en nuestra capacidad para estudiar o procesar la información.
Un poco de ansiedad, como la que todos hemos tenido alguna vez frente a un examen, puede ser beneficiosa, ya que nos activa el modo alerta. Pero una excesiva ansiedad, puede dar al traste con horas y horas de esfuerzo y llevarnos por ejemplo, a quedarnos en blanco ante un examen.
Es por eso que cuando vamos a un examen sin ningún tipo de presión, porque no nos jugamos nada, rendimos muchísimo mejor. Nuestra mente estará despejada y enfocada a estructurar correctamente lo que estamos respondiendo en ese momento.

3. Para aprender, debemos creer que podemos
La capacidad de aprendizaje está modulada por nuestras propias creencias hacia la inteligencia
Se ha demostrado que si creemos que la inteligencia es una habilidad que puede adquirirse, tomaremos el aprendizaje como un reto y nos resultará mucho más sencillo. Por el contrario, si pensamos en ella como un don que no poseemos, estaremos poniéndonos un límite antes de empezar y nuestro aprendizaje nunca será óptimo.

4. El Timing
El Timing es una palabra que es una pena que no tengamos en castellano, aunque creo que acabaremos por adoptarla… Significa algo así como el tiempo para cada cosa, o cada cosa en su tiempo oportuno para conseguir el mejor efecto.
Del mismo modo que no todas las personas somos creativas a la misma hora, no aprendemos igual en cada parte del día. Todos tenemos el momento en el que nos sentimos plenos de energía y con el foco puesto en lo que hacemos, en el cual el aprendizaje es máximo.
Recientemente pregunté sobre la hora en la que teníamos mayor rendimiento y cuándo era nuestro momento creativo. Los resultados han sido diversos, pero se agrupan fundamentalmente en la mañana y en la noche (quizás por la tarde estemos ocupados en otras cosas).
Da igual que seamos aves diurnas o nocturnas, si de verdad queremos optimizar un aprendizaje, tendremos que hacerlo en timing, aprovechando al máximo nuestro momento creativo.

5. Ley de Pareto: centrándonos en lo esencial
La Ley de Pareto puede aplicarse a muy diversos ámbitos y dice que el 20% del trabajo, ofrece el 80% de los resultados. Aplicándolo a nuestro caso, tendríamos que identificar en qué partes del aprendizaje debemos enfocar ese 20%  y volcar en él  nuestro esfuerzo.

6. Las 3 Herramientas para optimizar el aprendizaje: mapas mentales, lectura ultrarrápida y técnicas de memorización avanzadas.
Nuestro cerebro tiene una forma peculiar de almacenar la información. No se dedica a leer y leer datos y repetir los datos una y otra vez, sino que es más visual. De manera que si somos capaces de adaptar el aprendizaje a como el cerebro lo entiende mejor, estaremos optimizando nuestros recursos y acelerando nuestra forma de aprender.

Los mapas mentales son una excelente forma de presentar los datos a nuestro cerebro, que literalmente se los bebe, por lo visuales y exóticos que son. Además, nos permiten avanzar en el conocimiento de lo general a lo particular, que es la forma que tiene nuestra mente para estructurar la información.

Lectura ultrarrápida: si fuéramos capaces de leer y comprender a una velocidad 5 veces superior a la que lo hacemos actualmente, podríamos registrar la información en la quinta parte del tiempo. Nuestra velocidad de lectura limita mucho la velocidad de nuestro aprendizaje, porque el cerebro tiene capacidad para gestionar mayor flujo de datos del que normalmente le proveemos.

Técnicas de memorización avanzadas: Son inmejorables para digerir la información más difícil, como son los datos sin conexión aparente, fechas, números, etc.
La información compleja es la qué más tiempo nos hace perder a la hora de estudiar para un examen ¿te imaginas memorizarlos sin esfuerzo y encima divertirte en el proceso?  

7. Descanso y sueño
Este es quizás uno de los aspectos que descuidamos más en nuestra vida en general y en el aprendizaje en particular.
Sea cual sea el tipo de aprendizaje que hagamos, la Ley de Parkinson se muestra implacable. Con mucha frecuencia programamos el tiempo que le dedicamos a aprender según el tiempo que tenemos disponible, llenando todo el tiempo hasta el último día. El gran perjudicado de esta situación es siempre nuestro descanso y después pagamos las consecuencias.
Durante el sueño el cerebro defragmenta nuestro disco duro, es decir, se encarga de almacenar y organizar toda la información que hemos adquirido durante el día. Esto implica que si dormimos poco, nuestro aprendizaje no estará bien estructurado cuando nos despertemos y será tiempo no aprovechado.

8. Usando todo el cerebro: El pensamiento lateral
Estamos demasiado acostumbrados a usar el pensamiento vertical o racional. Un aprendizaje es un proceso creativo, así que deberíamos usar nuestro cerebro creativo, el pensamiento lateral.
Se trata de ver las cosas desde distintos ángulos y perspectivas, de manera que encontremos el mejor sitio por donde atacar el aprendizaje.

9. Técnicas PCGR y los objetivos realistas
Soy una firme creyente de la Productividad personal y aunque confieso que lo aplico más bien poco,
también defiendo que los pequeños cambios producen grandes resultados, no es necesario ser un gurú en ORGANIZACIÓN. Bastará con que apliquemos unas sencillas técnicas, para que obtengamos grandes beneficios en nuestra productividad personal y aprendizaje.

10. Filtros, mentores y fuentes de información
Una de las cosas que antes deberíamos aprender en el colegio es a separar el grano de la paja, y saber qué es lo esencial de cada aprendizaje.  Si tras una primera lectura, fuéramos  capaces de identificar las partes más importantes de lo que queremos aprender, tendríamos prácticamente la mitad del camino hecho.
Algo que puede ser muy eficaz, es que  nos rodeemos de mentores que nos faciliten el trabajo. Ellos son expertos y conocen el camino, las dificultades y los atajos. ¿Por qué no pedirles que nos allanen el camino y nos digan cuáles son las partes más importantes de aquello que queremos aprender?
Las fuentes de información son otro aspecto importante. Con la cantidad de información que tenemos a nuestra disposición, resulta fundamental aprender a buscar, organizar y clasificar los datos correctamente. Marcadores, lectores RSS, redes sociales, capturadores de información, gestión de archivos en la nube, etc. Una buena combinación de estos programas puede disparar nuestro aprendizaje. Lectura, audio, vídeo e incluso recuerdos ligados a emociones… Cuantas más fuentes nos proporcionen la información, antes quedará grabada en nuestra memoria y durante más tiempo.

11. Fragmentando problemas: divide y vencerás
Si queremos resolver un problema complejo, una buena estrategia consiste en fragmentarlo en pequeñas partes y afrontarlas individualmente. De esta manera, lo que en principio nos parecía una montaña, se convertirá en una sucesión de pequeñas colinas.
Hay que analizar bien lo que estamos aprendiendo, ver qué dificultades entraña, qué patrones pueden ser comunes y a qué otra cosa que ya hemos aprendido se parece, para atacarlo con tácticas  que ya dominamos.

12. Empatía y neuronas espejo
Hemos mencionado en otras ocasiones la importancia de nuestras neuronas espejo a la hora de tener empatía, de ponernos en los zapatos de otra persona y sentir lo mismo que siente.
Desde que somos muy pequeños aprendemos por imitación. Cuando vemos a alguien realizar una acción, nuestras neuronas espejo se activan incluso aunque no hagamos el movimiento, como si imitásemos imaginariamente el movimiento.
Nuestro juego de neuronas espejo tiene cada vez más relevancia entre la comunidad científica y puede que llegue el día en que sepamos como entrenarlas y maximizar sus capacidades.

13. Cafeína y Glucosa
La combinación de glucosa y cafeína mejora tanto el aprendizaje como la memoria verbal. Así que queda demostrado que la tradición de tomar un cafecito es un muy buen complemento para nuestro aprendizaje.

13+1.  El Efecto Pigmalión
Cuanto mejores expectativas sobre lo que queremos conseguir tengan los demás sobre nosotros  o incluso nosotros mismos, más fácilmente conseguiremos nuestros objetivos.
Tenemos que ponernos el listón un poco más alto de lo que hacemos normalmente y rodearnos de gente que confíe en nosotros. De esta manera, el éxito en cada aprendizaje estará asegurado.

¡Qué estés bien!!!