|
Cuantas
veces nos descubrimos repitiendo actitudes o comportamientos iguales a los
que nuestros padres tuvieron con nosotros, cuando fuimos pequeños. Pareciera
que estamos obligados a repetir ciertas actitudes o comportamientos
negativos, conservar prejuicios, temores, pensamientos e ideas de pobreza, de
limitación, creencias negativas que nos frenan, nos inhiben de asumir retos
para extender nuestros horizontes de manera que podamos ir mas allá de lo que
fueron ellos… Todo esto, sin darnos cuenta de que somos así, aun a pesar de
que en algún momento de la juventud nos prometimos a nosotros mismos que no
lo repetiríamos, mucho menos para afectarnos a nosotros o a nuestros seres
queridos.
Y,
ciertamente, nuestros padres y abuelos también nos dejaron un legado positivo
de actitudes, comportamientos y creencias, que debemos conservar y compartir
con nuestros hijos, pero con el otro, el negativo, tenemos la
responsabilidad, por amor a nosotros mismos y a ellos, de asumirlo y trabajar
seriamente en corregirlo, superarlo, transformarlo para que no nos siga
afectando tan profundamente a nosotros, a nuestros hijos y a sus hijos.
Generalmente
no somos testigos de nuestro comportamiento, no nos escuchamos al momento de
hablar, no nos vemos al actuar, por esta razón siempre asumimos que lo
hacemos muy bien y que los demás son los que tienen el problema y deben
mejorar. Pero detengámonos por un momento y dejemos de juzgar a las otras
personas y concentrémonos en nosotros mismos, ¿Estás dispuesto a seguir
repitiendo aquellas actitudes negativas que tanto daño te causan a ti y a las
personas que se relacionan contigo, a mantener como ciertas las creencias que
te mantienen en una situación de limitación, que no te dejan reconocer tus
errores para que puedas aceptarlos y hacer cuanto sea necesario para
superarlos y ser cada día más libre de esa carga emocional que amenaza
constantemente tu paz y felicidad?
Es tiempo de cambiar, de renovarnos mentalmente, de volvernos más ligeros de equipaje, para vivir con más libertad,más tolerancia y flexibilidad, porque bien vale la pena detenernos para reflexionar un poco acerca de la vida que queremos vivir.
Como
no es tan sencillo el proceso de observarnos sin juzgarnos o justificarnos,
tenemos que buscar una persona en quien confiar, un buen amigo, tu pareja, un
hermano, un terapeuta, alguien que sepamos que sólo desea nuestra felicidad y
bienestar y que por su experiencia, conocimiento y estilo de vida pueda apoyarnos
con sus comentarios producto de una observación imparcial y genuina. Abrirnos
a escuchar sus sugerencias no significa que perdemos autonomía, autoridad o
valor personal, por el contrario, hacerlo nos daría la oportunidad de
revisarnos, reflexionar y decidir si estamos de acuerdo con ellos para
corregirlo.
Identifica el círculo: Identifica las ideas, costumbres y rutinas que
heredaste de tu familia, y que te parecen equivocadas. Establece una
estrategia para corregirlas y no repetirlas, vigílate constantemente, pues
siempre estarán al acecho.
No te justifiques. Lo primero que hacemos cuando alguien nos hace una
observación es defendernos, justificar nuestra actitud y comportamiento sin
permitirle a la otra persona siquiera terminar su comentario. Escucha con
atención y tómate el tiempo necesario para reflexionar en ello.
No te conectes a la rabia. Piensa que la víctima más grande de la ira eres tú,
y que todos los comentarios y actitudes impulsadas por ella, causarán heridas
difíciles de sanar en las demás personas. Conserva la calma y pon distancia
para no empeorar la situación con tu comportamiento.
No te sientas víctima. Evita jugar a ser la víctima, pues este sentimiento
hará que te sea más difícil salir de ahí. Pues todo lo que hagan o digan las
personas alrededor de ti, lo tomarás como una ofensa personal y guardarás
dentro de ti resentimiento y deseo de venganza.
Piénsalo, vale la pena, no te limites, no dejes que tu mente te convenza de que
estás en lo cierto y que no tienes que cambiar nada de tu comportamiento,
porque lo seguirás repitiendo, y cada día la relación con los demás será más
difícil de mantener y disfrutar. Es bueno tener presente que pocas veces somos
culpables de los errores que cometemos, más bien somos víctimas de lo que
aprendimos. Asume la responsabilidad de corregirlos y date otra oportunidad.
|
¡Que estés bien!!!


No hay comentarios:
Publicar un comentario