Perdonar no significa dejar de darle importancia a lo que sucedió, ni darle la razón a alguien que te lastimó.
Simplemente significa dejar de lado aquellos pensamientos negativos que nos causaron dolor o enojo.
En esta sesión me gustaría hablar de
perdonar, pero con un sentido nuevo, hasta descubrir que realmente
no hay nada que perdonar. Pero en la vida nos encontramos con
conductas en nuestra relaciones que aun en el conocimiento de que "no
hay nada que perdonar" tenemos que manejar de manera que sean
positivas para nuestro cuerpo y nuestra alma, sin perder de vista de que muchas
veces nos es más fácil ver la sombra de los demás que nuestra propia sombra.
El primero de los errores es creer que
cuando se perdona, estamos haciendo un favor a la otra persona. Y
nada más lejos de eso. La experiencia nos dice que cuando guardamos rencor a
otra persona, somos los únicos lastimados: podemos pasar noches sin dormir
rumiando venganza e imaginando que vamos hacer para desquitarnos y es muy
posible que el otro esté durmiendo tranquilamente.
Nos equivocamos también cuando pensamos
que perdonar es perder, cuando realmente el que perdona
gana. El odio ata, nos hace dependientes y en
cambio el perdón libera, rompe los lazos que nos mantenían unidos al
agresor a través de la ira.
Perdonar NO ES JUSTIFICAR una conducta errada, justificar una ofensa o autojustificarnos. Cuando se perdona, uno reconoce que el otro ha obrado mal, ha cometido un hecho más o menos grave, pero aún así se decide perdonarporque se decide apostar por la propia salud y por el bienestar interior. No se trata de disculpar al otro y liberarlo de la "culpa", mas bien se está buscando liberarse de sentimientos tóxicos. Tampoco se trata de convertirse en cómplice de lo injusto, sino elegir una higiénica actitud de vida.
Es
la buena ocasión para poner luz en nuestra propia sombra, verla, reconocerla e
iluminarla.
Otras veces pensamos que perdonar
es olvidar, y tampoco es eso, pues entre otras cosas porque el
olvidar o no algo, va a depender de la memoria que tengamos, si bien las
ofensas tienden a recordarse por la carga emotiva que llevan. El
hecho de que uno no olvide, no significa que no perdone. Uno puede
recordar hechos dolorosos sin tener el desgaste del resentimiento y el rencor.
Incluso conviene recordar para evitar ser herido de nuevo .
Otras veces pensamos que perdonar
es restaurar las cosas al nivel que estaban antes del enojo. Que
si uno perdona a un amigo, debe devolverle la amistad o si alguien te
traiciona, con el perdón la confianza viene recuperada. Pero esto no siempre es
así. No siempre se puede; más aun en ocasiones no resulta prudente devolver la
confianza a quien nos ha engañado y a pesar de ello se puede perdonar.
Perdonar no implica reponer
los sentimientos y afectos, ni impide reclamar lo que en justicia
se merece, en el caso de derechos violados, ni de que el otro reciba el castigo
que en justicia merece, siempre y cuando no se busque la venganza personal,
sino la justicia.
Otra cosa que se piensa es que para
perdonar a alguien, el otro tiene que venir a pedirnos disculpas, se
espera el arrepentimiento para otorgar el perdón, el reconocimiento de la
ofensa por parte del otro. Si esto fuera así, la posibilidad de todo el
beneficio de ejercer el perdón, no estaría en nuestras manos . Dependería de
que nos quisiera o no dar la oportunidad de perdonar…
Para perdonar no es preciso que el otro
nos pida disculpas, ni que reconozca nada, ni que se arrepienta. Efectivamente es así y entonces reconocer que Uno no juega a ser Dios cuando perdona al otro resulta tremendamente liberador. Es para sanarnos a nosotros mismos, para restaurar el vínculo con nuestra
Divinidad que el ego rompe por ignorancia, que necesitamos reconocer lo que ha
pasado, reconocer nuestra sombra, iluminarla e integrarla.
Cuando perdonamos a otros, lo
hacemos para quedarnos libres de la violencia que hemos sufrido y de sus secuelas. Estamos en el
nivel de las relaciones entre hombres y no en el nivel espiritual que pertenece
al campo de la fe que cada uno tenga.
Y si perdonar no es olvidar, ni justificar, ni esperar las disculpas, ni
restaurar una relación ¿Qué es el perdón?
EL PERDON ES ANTE TODO UNA
DECISION que cada uno puede tomar o no, según le parezca; es independiente del
sentimiento, y de lo que el otro haga. Y es una decisión personal. No es necesario
hablar con quién nos ofendió porque lo que se busca es liberarse del odio y
resentimiento reactivo. "Se realiza silenciosamente en el
corazón de cada uno, como una plegaria sencilla e íntima".
¿Y cómo saber si uno ha perdonado? Se ha perdonado, primero cuando ya no
se desea el mal al otro; segundo cuando se renuncia a la venganza y tercero
cuando uno es capaz de ayudar al ofensor si se le ve con una necesidad que
podemos solventar.
Perdonarnos
y perdonar a los demás es apostar por la alegría, por la salud, es apostar por
la vida, es cerrar las puertas a la tristeza, a la amargura y a la larga o a la
corta a la enfermedad.
Al
final es únicamente deshacer el error y la ignorancia.
¡Que estés bien!!!
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