Hemos de admitir que las decisiones que resultaron no ser las
más acertadas condicionan muchas facetas de nuestra vida. De hecho, lo que
somos es producto tanto de lo que hicimos como de lo que dejamos de hacer, y
nos afecta en lo académico, profesional, doméstico y emocional. Es comprensible
que en determinadas situaciones, que suelen coincidir con momentos de
inestabilidad o de carencias emocionales, nos lamentemos por no haber adquirido
habilidades concretas o por haber dejado escapar a aquella persona que tanto
bien nos hacía. Sentirlo con cierta añoranza no es negativo, siempre que
aceptemos nuestro presente y lo vivamos con agrado, no con resignación. Pero si
no partimos de esa aceptación satisfactoria y andamos de continuo con la vista
atrás pensando en lo que fue y en lo que pudo haber sido, tendremos que
plantearnos si no estamos viviendo con asignaturas pendientes.
Cuáles pueden ser las asignaturas pendientes
·
Añorar con dolor y sentimiento de fracaso el no haber cursado determinados
estudios.
·
No haber aclarado aquel
malentendido por el que perdimos a una persona querida.
·
No habernos despedido o
haber manifestado nuestro amor a esa persona que
amábamos y se nos fue.
·
Pensar que no hicimos lo
suficiente por alguien y sentir que, no sólo hemos
decepcionado a esa persona, sino también a nosotros mismos.
·
Creer que hubiéramos
podido evitar alguna desgracia que ocurrió en nuestro
entorno.
·
Culpabilizarnos de la
falta de decisión o bien de la decisión tomada
sobre algún asunto importante, por las consecuencias que ha tenido en nuestra
vida.
Las citadas asignaturas pendientes corresponden a situaciones
del pasado cuya influencia en nuestra realidad cotidiana tendemos a magnificar.
Estas suelen ser vistas en la actualidad con un sentimiento de fracaso, incapacidad e incluso
de culpa, que nos lleva a idealizar lo que hubiera sido nuestra vida si no existieran,
si hubiéramos sabido gestionar lo que ocurrió de manera diferente. Pero lo
cierto es que no hay vuelta atrás y no sabemos, ni podremos saber, qué hubiera
sido de nosotros y de nuestras vidas si nuestra asignatura pendiente no
existiera.
En las asignaturas pendientes se mezclan
sentimientos dolorosos, como la insatisfacción, la incapacidad personal, la
falta de confianza, la irresponsabilidad, la exigencia perfeccionista, el
victimismo, el miedo y la culpa. Se sostienen porque se parte de la falsa
creencia de que cometer errores equivale a no valer. Las equivocaciones del
pasado se toman, entonces, como fracasos personales y no como parte fundamental
de todo aprendizaje, olvidando que sirven para percibir lo que no nos conviene
o nos hace mal. Usarlas para maltratarnos y castigarnos, además de despojarlas
de su utilidad, nos lleva a recaer en otro nuevo error: castigarnos.
Dependiendo de nuestro momento actual y de cuál sea
nuestra asignatura pendiente quizá podamos reparar aquello que pensamos que
hicimos equivocadamente, acometer lo que no hicimos, aclarar malentendidos,
decir lo que no dijimos, pedir perdón o dar las gracias. Pero es importante
hacerlo desde la idea de que nos va a procurar mayor felicidad en el ahora.Una revisión depurativa de creencias unido a un cambio en la actitud frente al pasado resultan beneficiosas en estos casos.
Resumiendo se diria que quien cree que cometer errores equivale a fracasar, olvida que las
equivocaciones forman parte fundamental de todo aprendizaje y se niega la
posibilidad de reparar aquello que siente como una asignatura pendiente que
tal vez pueda solucionarse pero siempre y cuando se haga para mejorar el presente y
no con la intención de reparar el pasado.
¡Que estés bien!!!


No hay comentarios:
Publicar un comentario