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Es sorprendente el
nivel tan alto de individualidad que existe hoy en día, por no llamarlo
egoísmo, y cómo este se refleja en nuestra convivencia diaria. Un ejemplo
de la vida diaria es el tráfico; la mayoría de los choferes, digamos que
impulsados por la urgencia, el estrés, las muchas horas que pasan atrapados
en una cola, se convierten en personas agresivas que te tiran el carro
encima, que no te permiten hacer ningún cruce, mucho menos entrar al canal
donde se encuentran circulando ellos. Te tocan la bocina insistentemente
como si, de esta manera, pudieran hacerte ir a más velocidad. Hay veces en
las que salir a la calle es como entrar en una jungla complicada y que por
falta de la colaboración de todos, el día termina siendo una experiencia
agotadora y desagradable.
Pero lo mismo sucede en
la casa de muchas personas, donde el día a día transcurre en el medio de
una rutina acelerada, llena de pendientes y obligaciones familiares, con un
exceso de responsabilidad no compartida, debido a la falta de participación
y responsabilidad de algunos que dejan el peso del mantenimiento del hogar
sobre los hombros de aquellos que las asumieron desde muy temprano.
En la comunidad vemos
con preocupación los problemas, las limitaciones, las necesidades, y la
mayoría optamos por conformarnos con criticar, juzgar, resaltar lo
negativo, y algunas veces atrevernos a hablar en voz alta de lo que
pensamos y ya, esperando a que alguien, pero nunca nosotros, haga algo para
resolverlo.
Y mientras tanto,
¿podemos hacer algo para cambiarlo, solucionarlo o mejorarlo? Es importante
comprender que cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de
participar en la reconstrucción del espacio familiar, de la comunidad a la
que pertenece, o de la ciudad en la que vivimos, para convertirlo con
nuestro aporte en un espacio a salvo, agradable y bueno para todos.
Conviértete en un motivador para los demás, a través de tu ejemplo y del
entusiasmo y el compromiso con el que asumas cada día.
¡Es tiempo de
despertar! No podemos seguir adormecidos creyendo que nuestra situación
cambiará o mejorará sin nuestro trabajo, compromiso y voluntad.
Es el momento para comenzar a reconocer y a valorar el trabajo, el
servicio, la actitud y el comportamiento responsable y positivo que tienen
algunas personas a nuestro alrededor. Preguntarnos de vez en cuando: ¿Qué
puedo hacer para suavizar su carga, para colaborar, para contribuir? Estoy
segura de que cuando surge la buena intención dentro de nosotros se
despierta nuestra iniciativa y el deseo genuino de participar.
Para comenzar
*Deja de criticar a otros y obsérvate a ti mismo.
*No te justifiques cuando hagas algo equivocado.
*No te quedes estancado en tu comodidad.
*Decide compartir y tomar en cuenta a los demás.
*Muestra interés genuino por el bienestar de las
personas que comparten tu entorno personal.
*Aunque nadie a tu alrededor reconozca tu
esfuerzo, sigue haciéndolo y será el universo el que te recompense.
*Comparte responsabilidades en casa aunque te
parezcan aburridas.
¡Acuéstate
cada noche con la sensación maravillosa de aportar lo mejor de ti, en la
búsqueda del bienestar colectivo!
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